domingo, 22 de abril de 2012

No pensar

La publicidad busca construir una clase de discurso que lleve al consumidor, por el camino más corto, a la acción. Durante décadas se utilizó el eslogan como ese discurso que podía ayudar a mover a las masas. Su origen es la guerra, el eslogan era aquel grito con el que se impulsaba a los guerreros a una batalla en la que probablemente perdiesen la vida. Y si una sola frase podía empujar a un hombre a esto, ¿qué no haría por un coche, un teléfono móvil, o cualquier tipo de bebida?

Ahora se prefiere trabajar con imágenes. Tanto estas como el eslogan, es decir el anuncio, deben crear un discurso sin huecos para el pensamiento, que deje al consumidor sin respuesta, un discurso avasallador pero que al mismo tiempo parezca tan simple que el espectador no pueda pensar que merece la pena pasarse a reflexionar sobre él. Ya sea a base de palabras o de imágenes, la publicidad piensa para que el ciudadano no piense.

El lenguaje publicitario surge de las limitaciones del lenguaje natural para satisfacer las necesidades comunicativas de la publicidad. Es un lenguaje artificial, se sustituye la realidad de la vida e incluso de la misma publicidad por la realidad del milagro (se puede recuperar la juventud, ser el más deseado), que elimina no sólo todo pensamiento negativo, sino todo pensamiento.

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